
“El 80% de los incendios en viviendas está vinculado a la situación social”: la advertencia del jefe de bomberos
El 80% de los incendios de viviendas en Bariloche surge de la precariedad social, advierten los bomberos. Cables colgados, falta de agua y barrios intransitables agravan el problema.
Por estos días, el frío aprieta en San Carlos de Bariloche, pero lo que más preocupa a los bomberos no son las nevadas ni el hielo: son las llamas. El dato es contundente y desgarrador: entre 40 y 50 viviendas se pierden por incendio cada año en la ciudad. Y no son solo pérdidas materiales. También se pierden vidas.
“Esto es una continuidad. Nos pasa todos los años. Y cuando miramos las estadísticas es tremendo. El 80% de estos incendios está directamente vinculado a la situación social. Así de claro”, afirmó Jorge Vargas, jefe del cuerpo activo de Bomberos Voluntarios Centro de Bariloche, quien lleva más de cuatro décadas en el servicio.
Las causas no son un misterio. Se pueden ver a simple vista, colgando sobre las calles de ripio o cruzando entre postes: cables ilegales que alimentan a barrios enteros, conexiones precarias, tendidos improvisados. “Todos los años pasa lo mismo. Cuando empieza el invierno, la gente enciende caloventores o estufas eléctricas que están conectadas a líneas que no fueron diseñadas para eso. Sin protección, sin disyuntor, sin nada. Y así, el incendio es casi inevitable”, dijo en el estudio de Radio Con Vos Patagonia.
Vargas lo resume con una imagen que parece salida de una crónica anunciada: “Los famosos cables colgados de la línea madre para alimentar un barrio entero. Una chispa y el fuego arrasa.”
El problema no es solo que las viviendas sean precarias, sino cómo están ubicadas y diseñadas —o más bien, no diseñadas—. “En muchos casos, no tenemos acceso. No hay calles abiertas. Y si el fuego empieza en una casa, rápidamente toma dos o tres más. Lo llamamos fuego en cadena”.
“No es solo un tema eléctrico. Es la infraestructura general. Bariloche está al límite en cloacas, energía, gas, todo. Y cuando eso colapsa, colapsa todo.”
Vargas lo explica con crudeza: “Ahí, donde la precariedad es mayor, es donde tenemos la mayor cantidad de pérdidas. No falla. No es casualidad.”
¿Llegan los bomberos sin agua?
Una de las críticas más habituales cuando ocurre un incendio es la percepción de que los bomberos “llegan sin agua”. Vargas no esquiva el tema y responde con dureza: “Que un camión llegue sin agua es imposible. Si un camión no tiene agua, es porque está fuera de servicio. Lo que pasa es que las redes de incendio de la calle no funcionan. Directamente no existen”.
En una ciudad de más de 150.000 habitantes, solo hay seis bocas de incendio operativas, colocadas por los propios bomberos. Muchas otras fueron tapiadas, están rotas o simplemente nunca se repararon.
“Si no hay una red pública de incendio, todo depende de lo que llevamos en el camión. Cuando eso se acaba, tenemos que reabastecernos. Pero si no hay hidrantes, se complica”, alertó.
Bomberos sin choferes y sin respaldo
A este panorama crítico se suma un problema que avanza silenciosamente: la falta de conductores habilitados para manejar las autobombas. “Nos estamos quedando sin choferes. Para manejar una unidad de bomberos te piden dos categorías de licencia, y el trámite lo paga el bombero. Sale 360 mil pesos. Nadie lo cubre. Ni el gobierno, ni la asociación. Lo paga el voluntario”.
Y no es solo un trámite costoso. “Si un bombero que maneja la autobomba tiene un accidente, es civil y penalmente responsable de lo que pase. Y lo asume solo”. Vargas lanzó una advertencia que suena a cuenta regresiva: “Si no se resuelve este tema, en poco tiempo no vamos a tener quién conduzca las unidades”.
“Todos los años arrancamos tarde con la prevención. En invierno deberíamos estar trabajando desde el verano, pero en verano estamos pensando en los incendios de interfase, y nos olvidamos del invierno. Nunca nos adelantamos. Siempre vamos atrás del problema”, lamentó.
El diagnóstico es demoledor: “Esto no se arregla con más autobombas. Se arregla con políticas públicas. Con regularizar barrios, abrir calles, poner medidores de luz, terminar con los cables colgados, garantizar el acceso y la infraestructura básica. Si no, el fuego siempre va a llegar antes”.
Y concluye con una frase que define el rol de los bomberos en esta emergencia social: “Nosotros somos meros administradores de los bienes de la comunidad. Pero lo que no se resuelve desde la política, lo termina apagando —o no pudiendo apagar— la emergencia”.